El crecimiento poblacional de Villavicencio y su cercanía con Bogotá hace pensar que tener un equipo de fútbol profesional en la A contribuiría a dinamizar la economía del Meta.
En el año 2003, la capital del Meta tuvo un equipo en la A: Centauros Villavicencio. Foto: Pixabay |
15 de julio de 2020
Columnista invitado*
Cuando se escuchan ‘ruidos de taches’, que referencian
la posibilidad de que Llaneros Fútbol Club deje de llamarse así, y hasta de que
cambie de sede (aunque tan bien es cierto que la versión se ha desmentido), más
que oportuno es puntualizar algunos aspectos, ‘por si no se saben’.
Más que un asunto de pasión por el fútbol profesional,
y el nombre de un equipo en particular, es innegable que Villavicencio es una
ciudad con un potencial, cada vez más grande, para este espectáculo deportivo,
que, como ninguno, es el mayor concentrador de masas del mundo.
Si no se ha visto, basta observar las cifras del Censo
2018 para encontrar que la capital del Meta tiene hoy 531.275 habitantes.
Siendo, con el 39.7, la ciudad que porcentualmente más creció en Colombia, en
los últimos 13 años; superando, en tal sentido, a Pereira, Ibagué, Santa Marta
y Pasto. En la escala nacional, por el número de pobladores, subió del puesto
12 que ocupaba en el 2005 al octavo lugar.
A este dato, de suma importancia, hay que agregarle los residentes en municipios adyacentes a Villavicencio, y que podríamos
llamarlos de su ‘zona metropoliltana’: Acacías (75.000), Restrepo (20.000) y
Cumaral (23.000): por solo nombrar los más cercanos.
Según el mismo Censo, en el departamento del Meta viven más de 1.000.000 de habitantes (sin contar la población flotante), y es uno de los primeros del país en ingreso percápita
Veamos pues, a media hora o menos, del estadio Manuel
Calle Lombana, habitan casi 650.000 personas. Si de esta cantidad, a manera de
ejemplo, tomamos el 5 por ciento como aficionados que, posiblemente, irían a
un partido de primera división, hablaríamos de 30.000, más o menos. Nota: No
alcanzaría la actual capacidad del estadio Macal para albergarlos.
Con un atenuante, nada menor, observando el fútbol
profesional como lo que es, un negocio. Más del 90 por ciento de los seguidores
metenses, hinchan por equipos foráneos (Atlético Nacional, América de Cali,
Millonarios, Santa Fe, entre otros). Hasta barras organizadas que avivan a
estos clubes, hay en Villavicencio. Es decir, y más simple, una mina de oro en
potencia.
Por si fuera poco, a no más de dos horas, o sea, en sus
goteras, residen 8.000.000 de habitantes que disfrutan visitándola, como en
general, a todos los municipios metenses, y que cada día están más cerca, en
distancia y tiempo, gracias a la moderna carretera que se construye. Consabido
es que Bogotá está poblada por personas de todo el país, por lo que cuenta con
voluminosas hinchadas de los diferentes equipos del rentado profesional.
Un partido de la primera A en Villavicencio, durante un
fin de semana, es una excelente oportunidad de traer a miles de aficionados
capitalinos, quienes además de asistir al estadio, y comprar en el escenario
deportivo, visitan amigos y familiares, se hospedan, van a restaurantes y
centros comerciales, tanquean vehículos, pasan en lugares turísticos, se
divierten en sitios de rumba, deleitan el paladar con pan de arroz de Restrepo,
pagan peajes y pasajes en autobuses, entre otros.
El fútbol debe ser visto como lo que es, un negocio. |
Como todo empresario, el del deporte profesional, aquí y en Cafarnaúm, tiene claro que invierte capitales económicos para que sean rentables y produzcan plata. Mientras el aficionado piensa y actúa con el corazón, principalmente, el inversionista piensa, en esencia, con el bolsillo. El fútbol profesional es, reitero, un negocio, en Colombia y en la China.
El deporte, por sus efectos colaterales positivos,
incide de forma directa o indirecta en muchos aspectos de la economía. La
pandemia causada por el Covid-19 ha puesto de manifiesto su enorme implicación:
se calcula que la actividad deportiva genera aproximadamente 600.000 millones
de euros anuales, es decir, el 1 por ciento del Producto Interno Bruto mundial.
El o los inversionistas que miren el fútbol profesional
como un espectáculo masivo, que aumente sus utilidades y multiplique su dinero, tiene en Villavicencio una excelente oportunidad para construir una empresa
con presente, pero, sobre todo, con prometedor futuro. El que lo vea solo con
mirada simplista o, únicamente, pensando en formar jugadores jóvenes, pone en
evidencia su lejana condición de empresario de alto perfil y con pretensiones
grandes.
Es hora de que toda la sociedad metense despierte de su
letargo y comprenda que más allá del túnel de Buenavista, hay un país que se
desarrolla, y un mundo que avanza a pasos agigantados. Es el momento de dejar
el provincialismo, por no lo llamarlo ‘veredalismo’, que tanto nos perjudica, y
entender que el fútbol profesional, para hablar del tema que nos ocupa, pero
deportivamente son más, desde luego, produce beneficios que van mucho más allá
de ver un partido de 90 minutos.
Obtuso, y cavernario, es mantener el pensamiento de que
un equipo de balompié profesional es un grupo de jugadores, un cuerpo técnico
y unos directivos. Como creer que apoyarlo es respaldar a X y Y inversionista.
Si fuera válido ese pensamiento, no consumiríamos productos venidos de tantas
partes, en bebidas, alimentos, ropa, o no iríamos a cine, porque el propietario
de la sala de proyección cinematográfica no es metense.
Un equipo de fútbol profesional, en la plaza, es
también la oportunidad para el jugador de la tierra, talentoso, disciplinado,
comprometido y paciente. La existencia de Llaneros Fútbol Club ha permitido que
figuras nuestras locales como Helbert Enrique Soto, Christian Valencia y Marlon
Sierra se abrieran paso, fueran conocidos y llegarán al fútbol internacional.
Un detalle más de la trascendencia que ofrece contar con club en el
profesionalismo.
Por favor, dejemos de pensar como pueblo. Dejémonos de
vainas, ¿sí?
*Alfonso Sierra Trujillo
Docente universitario y periodista deportivo
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