La empresa familiar es administrada desde 1997 por Adriano Hernández, nieto de los fundadores. En abril del 2020, la compañía cumplirá 70 años de existencia.
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Adriano Hernández, nieto de los fundadores de la empresa. Actualmente es el gerente del negocio. |
Por: Luis Fernando Charrupí
Twitter: @LuisFCharrupi
Twitter: @LuisFCharrupi
Un incendio acabó con el próspero Almacén Bogotá a mitad del siglo pasado. El negocio - donde se vendían aperos, sillas para montar a caballo y todo lo necesario para una finca - estaba ubicado en inmediaciones del parque principal de Villavicencio. Sus dueños eran don Adriano Hernández y doña Abigail Méndez, quienes quedaron en la ruina por las llamas.
Sin pertenencias, en 1950 la pareja se fue a vivir a un
lote cercano, en el que nació la marca Casa del Kumis. La empresa hace parte de
la historia de los llaneros porque ha crecido con la ciudad y muchas personas
compraban alimentos aquí desde que eran niños.
El nombre tuvo su origen cuando don Adriano vendía leche
en botella y quedaba parte de ella en las cantinas, que finalmente se perdía.
Un amigo suyo se percató de esto y le enseñó a preparar kumis. El producto lo
acompañaron con sánduches, tortas y galletas
para ofrecérselo a los consumidores.
Pasados los años 60, tras un respiro económico, empezaron a construir la nueva casa en adobe y ampliaron el local comercial. Los abuelos estuvieron al frente del negocio durante casi 30 años, gracias a que no fueron perseguidos durante la violencia partidista que motivó el ataque de los conservadores hacia los liberales. Al quedarse sin fuerzas para seguir trabajando, decidieron dejarle las ventas a su hijo, también de nombre Adriano Hernández.
Pasados los años 60, tras un respiro económico, empezaron a construir la nueva casa en adobe y ampliaron el local comercial. Los abuelos estuvieron al frente del negocio durante casi 30 años, gracias a que no fueron perseguidos durante la violencia partidista que motivó el ataque de los conservadores hacia los liberales. Al quedarse sin fuerzas para seguir trabajando, decidieron dejarle las ventas a su hijo, también de nombre Adriano Hernández.
Empeñado en darle un giro a la entonces tienda, el
heredero de la pareja la tomó después de los años 80 y, con otra visión, comenzó
a remodelar todo el establecimiento comercial. También trajo los vasos
desechables (que eran una novedad por esa época en Villavicencio), cambió el
mobiliario e implementó controles en la producción. Desde entonces, la Casa del
Kumis se transformó para convertirse en una organizada y reconocida empresa.
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En esta edificación, ubicada en la calle 37 del centro de Villavicencio, nació la Casa del Kumis. |
Actualmente el negocio está en manos de la tercera
generación de la familia. Adriano Hernández, nieto de los creadores, asumió la
administración cuando su papá, luego de 17 años de labores, también se cansó de
trabajar. La historia nuevamente se repitió.
“Mi papá le cambió por completo la cara a la empresa.
Pasó a ser un local reconocido que tenía, para su tiempo, cosas de avanzada: se introdujo
los vasos desechables y cosas de imagen corporativa que no existían. Yo la tomé
desde 1997 y siempre estuvo al lado mi papá, en los primeros años”, cuenta el administrador de empresas, quien se
ha empeñado en conservar las recetas tradicionales de sus abuelos, que no
incluyen los químicos que actualmente se usan en la industria de alimentos.
“Esto a veces es más costoso o toma más tiempo, pero
garantiza que la gente reciba un producto en mejores condiciones
nutricionales”.
Hemos crecido con la ciudad y eso es algo que yo le agradezco a Villavicencio. Existe un vínculo emocional con mucha gente de la región
Con
más puntos de venta
Luego de lo hecho por sus abuelos y su padre al frente
del negocio, Adriano Hernández vio que las condiciones del mercado estaban
dadas para crecer más. “Me di cuenta que la empresa estaba bien posicionada
como marca. Lo que tocaba era ampliar los canales de distribución. Entonces, empezamos a buscar puntos de venta aquí cerca”. Actualmente la firma completa
11 locales en Villavicencio, ubicados en los barrios Centro y Barzal, y en los
centros comerciales Viva, Único y Unicentro, así como en la tienda Homecenter.
Yo creo que haciendo empresa los problemas son la constante. Y las que sobreviven en el tiempo son las que se adaptan
Desde el 2010, la Casa del Kumis comenzó a expandirse en
Bogotá hasta lograr abrir siete puntos de venta. Con la caída del precio del
petróleo, en el 2014, y los constantes cierres en la vía al Llano, el negocio
se afectó financieramente y los locales fueron cerrados en la capital del país.
“Lo que realmente
nos obligó a cerrar los puntos en Bogotá fue el tema de la carretera.
Comenzamos con el problema que uno o dos días estaba restringido el paso y el
transportador, que iba de Villavicencio con el kumis y demás refrigerado, tenía
que quedarse varias horas detenido y a veces devolverse. Eso tiene un costo
altísimo”. A pesar de las millonarias pérdidas, Hernández dice que regresarán a
esa ciudad, siempre y cuando se
estabilice la movilidad por esta importante vía.
"En
sociedades como la nuestra juzgamos a quien se equivoca y, precisamente, eso es
parte del emprendimiento"
Esta empresa del Meta genera 40 empleos y ofrece a los
consumidores bebidas lácteas (avena y kumis), empanadas y productos de
panadería (torta de cuajada y mantecada), entre otros alimentos. El plan
estratégico de la compañía está enfocado en mejorar la parte operativa en
producción para no depender de proveedores y, a mediano plazo, buscar la manera
de entrar a los almacenes de cadena (retail).
Gentepalante.com habló de otros temas con Adriano
Hernández.
¿Qué
dificultades han afrontado?
¿Situaciones de las más duras… que vivimos? Las personas
del frente 53 de las Farc pensaban que uno tenía dinero y, entonces, a mí me
llegaban panfletos. Yo nunca les pagué. Un día me llegó una amenaza y me fui un
tiempo a estudiar a Estados Unidos.
Cuando estaba allá me escribieron temprano en un correo
que habían puesto un petardo en la 38. Pusieron el explosivo sin detonador. Era
la advertencia. Mi sorpresa fue que al otro día la gente siguió entrando (al
local) como si nada. Me di cuenta del amor que sentía mucha gente por la marca.
El vínculo emocional de muchas personas con la marca. Ese fue el momento más difícil que he vivido y donde más
impotente me he sentido.
¿Qué
procesos han ido incorporando?
Ha sido acorde a las necesidades particulares de cada
época. Cuando la empresa empezó a crecer, nos vimos obligados a hacer cambios
en infraestructura, pero, por ejemplo, ahora tenemos que garantizar que en
todos los puntos de venta tengamos productos frescos.
Y ahora estamos buscando ampliar la planta para poder
fabricar diferentes tipo de productos y así reducir la dependencia de los
proveedores.
¿Qué
enseñanzas le ha dejado el mundo empresarial?
Tal vez la adaptación. Ahora las condiciones cambian muy
rápido. Hoy en día hay que reinventarse más rápido. Son mucho más cortos los
tiempos de los ciclos de vida de una imagen corporativa o un producto. Y las
circunstancias difíciles nos han ayudado en ese proceso porque nos han estimulado. Lo de la carretera nos ha hecho
bajar costos sin tocar la parte de recursos humanos y, de pronto, la calidad
del producto.
¿También
quieren unirse como empresa a la protección del planeta?
Vamos a llevarlo a la práctica quitando el uso de vasos
plásticos, no por completo. También estamos haciendo ensayos, viendo cómo
cambiamos las bolsas plásticas por bolsas de papel de caña de azúcar. Tenemos
que hacer es un trabajo de sensibilización y socialización del porqué vamos a pasar
del vaso plástico al vaso de vidrio. Si
queremos cuidar el planeta, no hay alternativa. Estamos colocando pantallas en
todos los locales para tener un medio de comunicación con nuestros clientes. La idea es tener la iniciativa respecto a eso.
¿Qué
más están planeando?
A mediano plazo, queremos volver a llevar nuestros
productos a Bogotá y entrar localmente a los almacenes de cadena y a las
tiendas. Queremos colocar neveras en los puntos de venta para que la gente
pueda llevar su kumis para la casa o darles a los niños en los descansos.
¿Qué
piensa del emprendimiento?
Se requiere tener gusto por ello y acompañarlo de la
formación. Es la capacidad de resiliencia: realmente cuando uno aprende es
cuando se equivoca. Y en sociedades como la nuestra juzgamos a quien se
equivoca y, precisamente, eso hace parte del emprendimiento. Realmente es aprender
de las equivocaciones, corregir el rumbo y seguir.
A nivel sociedad, hay que crear esa red y ese ecosistema
que permita a las personas que les gusta esto (emprender) encontrar eco y las
herramientas para que sean capaces de desarrollar ideas de negocio. Que
realmente exista un sitio donde usted encuentre las herramientas adecuadas para
poder llevar a cabo sus proyectos. Yo siento que el talento y el emprendimiento,
como cualquier otra cosa, deben ser cultivados y apoyados.
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